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Conferencia para las jornadas "Desarrollo con identidad: la importancia de la cultura en el ámbito
de la cooperación internacional", Universidad de Cantabria, 14 de diciembre de 2007, Santander

Identificación y lugar: acceso a la cultura.

Agradezco a la Universidad de Cantabria y a la Fundación ArtSur su invitación a estas jornadas sobre cooperación cultural. La cultura es un aspecto que ocupa cada vez más espacios en los discursos de la cooperación internacional y deberíamos aprovechar su vigencia para entender mejor el contexto y el alcance de nuestros actos. En este sentido, quizá el título que he escogido para estas reflexiones debería referirse al acceso a las culturas, en plural, siguiendo la premisa de dejar de entender la cultura como un bloque más o menos unitario.

Un ejemplo significativo en el ámbito español del realce de "la cultura" (en singular) es el documento llamado Estrategia de Cultura y Desarrollo, que representa las líneas de trabajo en este campo del Plan Director de la Cooperación Española 2005-2008. De hecho, el mes pasado la Agencia Española de Cooperación Internacional llevó a cabo el curso "Cultura, cooperación y desarrollo", con el fin –según declara la propia AECI- de plantear unas bases de aplicación de la cultura como instrumento de lucha contra la pobreza y las desigualdades, así como mejora de las capacidades humanas y fomento a la diversidad y equidad. Volveré sobre esta estrategia más adelante, aunque no pretendo analizar específicamente este u otros textos institucionales, sino que trataré de dirigirme un poco más hacia abajo y llegar hasta las visiones que siguen impregnando gran parte de la cooperación internacional. Se hace necesario re-pensar los términos "cooperación", "cultura" y "desarrollo". No sólo porque su origen eurocéntrico e ilustrado aún suele implicar una pretendida universalidad, la cual no pocas veces resulta problemática, sino también porque esa postura sigue permeando muchos proyectos, acciones y prácticas.

Ahora hay muchas voces que están ayudándonos a entender la complejidad detrás de estos conceptos, desde investigadores y académicos hasta movimientos sociales y organizaciones comunales. Hoy en día es frecuente oir hablar sobre la diversidad cultural, y aunque los tiempos de dominación (reconocer la diferencia pero no la equidad) aparentemente quedan atrás, no está muy claro si sucede lo mismo con la asimilación (pasar por alto las diferencias argumentando una equidad universal)(1). Situaciones de pluralidad equitativa son menos comunes de lo que deberían. Y es que la idea moderna, ilustrada, de la cultura coincide con la definición del diccionario: "Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc." Reparemos en la expresión "grado de desarrollo" y preguntémonos si verdaderamente es posible establecer jerarquías. Simultáneamente, en su otra acepción de "cultivo", implica un caracter didáctico: la cultura es algo que se enseña y por lo tanto se aprende. De esta figura, en la que alguien transmite una cultura con un determinado grado de desarrollo a los otros, surgen muchos malos entendidos. Baste decir aquí que las culturas interactúan entre sí mediante procesos de transferencia y negociación a varios niveles y en múltiples sentidos. Raimon Panikkar se refiere al diálogo intercultural como una praxis que no solo transforma y profundiza ideas, sino que transforma también las acciones y las actitudes(2), es decir, nos transforma como individuos y colectivos.

Para ilustrar mejor la idea del diálogo cultural permítanme que recurra al arte. El hecho artístico no radica en las obras por sí mismas, sino en una serie de procesos comunicativos complejos. El arte es un acontecimiento que sucede cuando el espectador se enfrenta a la obra, interpretándola de acuerdo a su experiencia particular y abriendo al mismo tiempo otras posibilidades de lectura (3). De esta manera, la obra permanece vigente como tal, siempre y cuando siga permitiendo nuevas y distintas aproximaciones. Algo similar sucede con la cultura en general, pues implica actos continuados de transmisión e intercambio, mediante los cuales es re-elaborada. Toda cultura es una práctica, y es en la reformulación constante que las culturas tienen lugar. Aún así, no debemos pasar por alto que la ausencia de equidad cultural puede producir la imposición no negociada de modelos sociales, económicos y políticos.

Hemos hablado antes de grados de desarrollo en relación a la cultura, y justamente la noción más difundida de desarrollo tiene un origen cultural concreto. La idea de "evolución progresiva de una economía hacia mejores niveles de vida" tiene una dimensión histórica y un origen geográfico reconocible. Se trata de un concepto clave para la Ilustración europea y la revolución industrial. Los sucesivos procesos de desarrollo en esa Europa ilustrada e industrializada, conseguidos gracias al colonialismo, siguen siendo exportados como modelo a seguir, aún a pesar de que las posibilidades de contar con las circunstancias geopolíticas que lo han hecho posible no sean, evidentemente, accesibles para todos. El eurocentrismo ha estado basado en argumentar su propia universalidad, volviendo subalternas otras culturas y conocimientos, e incluyendo el uso de la fuerza en algunos episodios.

Y no es que desde entonces hasta ahora el desarrollo no se haya redefinido nunca. En los últimos años se le han añadido diversos adjetivos, tales como "social" o "sostenible". La Estrategia Cultura y Desarrollo de AECI que mencioné al principio asume los significados del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y resalta sobre todo el llamado desarrollo humano. éste se basa en índices menos economicistas (educación, salud, nutrición) aunque se trata de variantes del nivel de vida. Los criterios de pobreza se basan en la satisfacción de ciertas necesidades esenciales, tal y como son definidas por las instancias internacionales. Una vez más, con esquemas eurocentristas, asumiendo que la acumulación continua de bienes presupone un mejor futuro. Ante esto, hay algunos autores que incluso proponen abandonar la idea misma de desarrollo. Uno de ellos, Serge Latouche, dice al respecto:

"…o bien la palabra desarrollo, fuera de su contexto histórico, designa el todo y su contrario, todas las experiencias históricas de dinámica cultural de la historia de la humanidad, desde la China de los Han hasta el Imperio Inca y, en ese caso, no designa nada en particular, no tiene ningún significado útil para promover una política, y es mejor librarse de ella; o bien tiene un contenido propio, relacionado necesariamente con la experiencia occidental de despegue de la economía tal como tuvo lugar, digamos, tras la revolución industrial en Inglaterra en los años 1750-1800"(4)

Los criterios sobre la calidad de vida no son iguales en todas partes, por ello es que otros autores hablan de "desarrollo endógeno"(5) y lo ligan al territorio, entendido como un conjunto de relaciones asociadas para la realización finalidades comunes. Esta posición posiblemente esté más cerca de las estrategias basadas en lugar de las que hablaré más adelante. Incluso se ha planteado la necesidad de "provincializar Europa"(6), es decir, concebir el modelo europeo desde dentro como uno más entre muchos otros, de cara a un mundo más plural.

Volvamos a las concepciones imperantes sobre cultura y desarrollo. Si las unimos, obtendremos un esquema bastante claro de lo que la cooperación significa todavía para muchos involucrados en el tema. Aún hay instituciones y agentes que actúan, de manera más o menos inconsciente, a partir del modelo local occidental convertido en premisa universal, a partir de la incomprensión cultural y el asistencialismo. Aún es frecuente esquivar la tarea de construir puentes de comprensión.

Es por ello oportuno que nos sigamos planteando la cooperación, la cultura y el desarrollo. Hemos de ser capaces de superar lo asumido y entendernos como diálogos creativos. Vuelvo al arte para intentar ilustrar esta idea. El lenguaje poético (creativo, artístico) se sitúa en el límite de lo que puede ser dicho o pensado; no dentro del universo delimitado de pensamiento ni más allá de él, sino en un borde que permite ampliar lo imaginable. Pero además, se ha de intentar exponer el "sitio de enunciación que revela y denuncia la ceguera de la narrativa" implícita en nuestros actos(7).

Propongo dos ejes que nos pueden ayudar en esta tarea: la identificación y el lugar. Con identificación me refiero a la apropiación y re-significación de los contenidos. Un poco a la manera de las lenguas criollas, en las que se suma el idioma propio a los que llegan de fuera, subvirtiéndolo todo de manera creativa. Puesto que "no existe un sujeto autónomo de conocimiento" y "todo conocimiento tiene una dimension relacional y una materialidad"(8), las acciones de cooperación intercultural han de propiciar la identificación de los destinatarios, para una adecuación conjunta de sus contenidos y para que las propias actividades transformen a todos los involucrados, incluyendo a quienes ejecutan el proyecto, volviendo así borrosas las distinciones entre quien "ofrece" la cooperación y quien la "recibe".

En cuanto al lugar, se trata del ámbito cultural por excelencia, del escenario para las culturas en acción, que incluye desde los modos de organización hasta el medio ambiente. La porosidad (la interconexión, el establecimiento de redes) es esencial en este sentido. Tengamos en cuenta aquí que tanto la cultura como el lugar se desterritorializan cada vez más, aunque sigan teniendo importancia. El lugar, además de referirse a un territorio específico y sus habitantes, contempla también una serie de relaciones, movimientos e imaginarios que le dan forma constantemente, y un ejemplo drástico lo dan en la actualidad las actividades transnacionales de los migrantes. La particularidad del lugar no radica en lo obvio.

A través de la identificación y del lugar pretendo entender la cooperación cultural desde la pluralidad, apartándome de los esquemas sociales que se repiten a sí mismos. Aplicando estos dos ejes a los conceptos "cooperación", "cultura" y "desarrollo", obtendremos una serie de términos que quizá nos permitan contar con un campo de referencia e identificar efectos deseables:

IDENTIFICACION
LUGAR
Cooperación
apropiación
contribución
Cultura
intercambio
adecuación / desafío
Desarrollo
pluralización / diversificación
cohesión / interconexión

Mediante esta identificación local con iniciativas basadas en lugar se podría aspirar conseguir las siguientes situaciones:

- Apropiación, como efecto en que la comunidad hace suya la iniciativa o proyecto.
- Contribución, en tanto aportación continua dentro de las coordenadas y formas de organización específicas del lugar.
- Intercambio como relación intercultural, productora a su vez de cultura.
- Un doble proceso de adecuación de la propuesta al contexto local y de desafío entendido como potencialidad creativa.
- Pluralización o diversificación de los modelos y estrategias de desarrollo.
- Cohesión como afianzamiento de las relaciones locales e interconexión en red de diálogo con otros lugares.

No propongo este cuadro como una guía, sino como un ejercicio en proceso que alimente nuestras prácticas.

Creo que no muy lejos de estas ideas, Arizaldo Carvajal(9) sostiene que los proyectos, para ser culturalmente compatibles, necesitan: producir beneficios; aprovechar recursos existentes y organizaciones tradicionales; remitir a objetivos para el cambio percibidos localmente, y tener diseños adecuados y flexibles. Igualmente, para incorporar la dimensión cultural han de incluir: consulta a conocimientos comparados de las distintas culturas implicadas, con participación de expertos sociales; atender a la diversidad y compatibilidad cultural; innovaciones que respondan a necesidades localmente percibidas más que a metas abstractas; aprovechamiento de unidades sociales y líneas de autoridad existentes, e involucrar a los beneficiarios potenciales en la identificación de proyectos, inventariando sus aportaciones.

Propongo dos conocidos ejemplos para ilustrar la identificación y las estrategias basadas en lugar; en ninguno de ellos he tenido participación alguna, los he escogido para poder hablar sin apasionamiento. Se trata del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, y del Programa Parques Biblioteca del Municipio de Medellín en Colombia.

El Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles lleva en funcionamiento alrededor de 30 años. Fue fundado por José Antonio Abreu como un programa de enseñanza musical adaptado a las distintas regiones de Venezuela, dirigido especialmente a los grupos vulnerables en términos socio-económicos, y ha formado numerosas orquestas de muy alta calidad, algunas de ellas con trayectoria internacional. Recientemente ha sido muy nombrado el caso de Gustavo Dudamel, formado desde niño en el Sistema, quien hoy dirige la Sinfónica de Gotemburgo y en 2009 dirigirá la Filarmónica de Los ángeles. Independientemente de las dimensiones del proyecto y de los apoyos obtenidos hasta ahora por parte de los distintos gobiernos de su país, la seriedad y rigor del programa ha conseguido involucrar a numerosos sectores de población que lo alimentan constantemente y lo hacen crecer, sobre todo teniendo en cuenta que a los jóvenes y niños no se les exige una dedicación exclusiva. Es evidente que se ha generado un fuerte sentimiento de identificación con las orquestas, y uno de sus rasgos distintivos es la incorporación de repertorios musicales regionales.

Para ejemplificar la adecuación creativa al lugar, mencionaré el Programa Parques Biblioteca del Municipio de Medellín. Estas infraestructuras culturales son construidas en barrios periféricos de la ciudad con evidentes problemas: pobreza, marginalidad, escasez de infraestructuras básicas (canalización de agua, dificultades de acceso, abastecimiento eléctrico, entre otras). Su primera virtud es precisamente esa, instalarse en la comunidad beneficiaria, pero además contando con una buena dotación de servicios: fondos bibliográficos amplios (especialmente dirigidos a niños y jóvenes), espacios cómodos, auditorio, ludoteca, conexiones gratuitas a internet, personal capacitado y receptivo, horario amplio. Hasta ahora están en funcionamiento cuatro bibliotecas en distintos barrios de la ciudad, y las propuestas arquitectónicas son bastante osadas. El caso concreto de la biblioteca en Santo Domingo Savio, diseñada por el arquitecto colombiano Giancarlo Mazzanti, cuenta con acceso de transporte público a través de un funicular conectado a la red del metro, que reduce considerablemente el tiempo de recorrido a través de una empinada acumulación de callecitas sin pavimento.

El "desafío" que representan estas arquitecturas en dicho entorno es loable por sí mismo, pues dota de un patrimonio colectivo al barrio, suficientemente "amigable" sin ser complaciente o disminuir su calidad. Pero más determinante es el proceso mediante el cual la comunidad local lo hace suyo en virtud de sus aspiraciones, pues el proyecto no condiciona ni fuerza dicha identificación, sino que la posibilita. Y para ello es fundamental la constante oferta de actividades y el trabajo del personal local, que consigue ser abierto y acogedor para todos, sobre todo para grandes grupos de niños que pueden entrar mojados y sucios a su biblioteca después de jugar en la calle.

(1) Cfr. Todorov, Tzvetan. "La conquista de América: el problema del otro". Siglo XXI: Buenos Aires, 2003.
(2) Panikkar, Raimon. "El diálogo indispensable". Península: Barcelona, 2003.
(3) "únicamente en la contemplación, la obra se da en su ser-creatura como real, es decir, ahora haciéndose presente con su carácter de obra. Si una obra no puede ser sin ser creada, pues necesita esencialmente de los creadores, tampoco puede lo creado mismo llegar a ser existente sin la contemplación."
Heidegger, Martin. "El origen de la obra de Arte", en "Arte y poesía". Fondo de Cultura Económica: México, 1988. p. 104.
(4) Latouche, Serge. "Sobrevivir al desarrollo. De la descolonización del imaginario económico a la construcción de una sociedad alternativa". Icaria: Barcelona, 2007. pp. 20-21. Ver también: Rist, Gilbert. "El desarrollo. Historia de una creencia occidental". Libros de la Catarata: Madrid, 2002.
(5) Autores tales como Gustavo Esteva, Elies Furió o Antonio Vázquez Barquero. Cfr. Carvajal Burbano, Arizaldo. "Desarrollo y cultura. Elementos para la reflexión y la acción". Universidad del Valle: Cali, 2007. p. 73 y ss.
(6) Chakrabarty, Dipesh. "Provincializing Europe". Princeton University Press: Princeton, 2000.
(7) Mignolo, Walter. "Local histories / global designs: Coloniality, subaltern knowledges and border thinking". Princeton University Press: New Jeresey, 2000.
(8) Escobar, Arturo. "Más allá del tercer mundo. Globalización y diferencia". Instituto Colombiano de Antropología e Historia – Universidad del Cauca: Bogotá, 2005. p. 85.
(9) Carvajal Burbano, Arizaldo. Op. Cit. p. 116.s

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