Catálogo Llenos de pintura, Centro Cultural de España, México, 2003

Llenos de pintura.

            

Desde el más allá hasta la cocina de casa: un desfile de animales emblemáticos, grandes espíritus y seres chocarreros. Como si todas las cosas estuvieran pobladas por ánimas. Estamos frente a un mundo cercano porque es táctil, pero ajeno porque lo habitan otros. Las cosas cotidianas revelan (al mismo tiempo que esconden) una especie de vida en ebullición. Lo que en Diego Arango es casa, en Sergio Hernández es pueblo. Lo que en el colombiano es demonio, en el mexicano es calavera. El animal del primero parece nahual en el segundo. No debemos pensar que el tratamiento es banal por su carácter lúdico, el desenfado es una forma de lidiar con esas potencias difíciles de comprender pero accesibles a la intuición.

Aunque sea evidente la herencia de tradiciones y creencias latinoamericanas, no se trata aquí de apelar a un misticismo romántico. Las imágenes de Arango y Hernández hunden sus raíces en lo popular, y por ello beben de actitudes que tienen más que ver con la vida diaria y con la adaptación de las creencias a todas las pequeñas cosas. Tampoco sería justo reducir estas obras a pintura naif, aunque se trate de un calificativo asociado con los colores vivos, con las composiciones sencillas y con la espontaneidad. De lo que se trata es de abrir posibilidades y reconocernos en nuestras contradicciones, en nuestras potencias y carencias, en un mundo que nos rodea pero al que también vamos dando forma, dibujando, coloreando…

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